A saber, que somos idiotas,
que con sólo mirarnos se nos nota.
En la incapacidad de guardar la lengua,
de no medir las palabrotas,
de no saber contener a veces,
esa verdad que, en nuestro interior, explota.
A saber que somos idiotas,
por insistir en lo inevitable.
por re-intentarlo cada tarde,
por buscar como polilla,
el abrazo añorado de la flama.
Por querer hasta perder el sentido,
por cambiar el singular a plurales,
por soñar despierto contigo,
por no querer dormir por esperarte,
por avivar la ceniza del fuego,
con pedazos de alma inflamables.
Y por sabernos idiota
y admitirlo,
y no importarnos usarlo de estandarte.
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